viernes, 30 de enero de 2009

Chumy Chúmez


Chumy Chúmez nació en San Sebastián el 8 de mayo de 1927, y pese a su natural querencia por el dibujo y la pintura cursó estudios para convertirse en profesor mercantil, profesión que desarrolló durante algunos años, encerrado en una de aquellas oficinas que tan poco le gustaban. Sus inquietudes artísticas no le abandonaron, así que a fines de los años cuarenta emigró a Madrid, convencido de desarrollar una carrera como pintor. Aunque no tuvo mucha suerte con la paleta, sus dotes para el dibujo y el humor le permitieron sobrevivir, en parte colaborando para varios periódicos, en parte realizando encargos de todo tipo.

La Codorniz
Un buen día recibió respuesta a sus oraciones cuando Álvaro de Laiglesia, por aquel entonces director del semanario de humor La Codorniz, le envió una carta ofreciéndole un espacio para colaborar en la histórica publicación. Fue entonces cuando apareció el nombre por el que fue conocido y se consagró como artista: Chumy Chúmez. «Me llamaban de pequeñito Chumy y cuando tuve que dibujar y firmar en La Codorniz, lo cogí. Luego puse lo de Chumy Chúmez porque da más cosa de señor serio.» Así explica José María González Castrillo, Chumy Chúmez, el porqué de un seudónimo que utilizó durante sus más de cincuenta años de trayectoria profesional como humorista, pintor, tertuliano de la radio y la televisión, cineasta y narrador.

La Codorniz, semanario que lo dio a conocer y en el que colaboró durante cerca de treinta años, hasta su desaparición, fue creado en 1941 por Miguel Mihura y se convirtió en una de las pocas revistas de humor que en pleno franquismo ejerció una cierta crítica social, basada, eso sí, en un humor rayano en el absurdo.

Poco a poco, el humor negro y personal de Chumy Chúmez, dotado de un grafismo sencillo pero impactante y hasta cierto punto renovador para la época, empezó a popularizarse en diversas revistas y periódicos, entre los que destacaron en los años sesenta Triunfo y el periódico Madrid, para el que realizó un chiste diario hasta su clausura por orden gubernativa, que tuvo lugar en 1971.

En todo momento, Chúmez se mostró como un creador inquieto que reflexionaba sobre la vida cotidiana y sobre su trabajo, y que llegó a utilizar en algunas ocasiones fotomontajes para sus chistes. Como él mismo reconoció en una ocasión, «nuestra generación era una generación hija de madre soltera, éramos huérfanos de padres estéticos. Cuando advertí esa aberración, volví al pasado, fuente y manantial de tantas sabidurías desdeñadas por nuestra impaciencia o por nuestra incapacidad de dibujar las cosas como son. No tuvimos maestros. Nuestros maestros habían sido ejecutados o habían huido al extranjero o vivían condenados al ostracismo».

Un humor muy personal
La España que Chumy Chúmez reflejó como humorista gráfico era la de un país dominado por la autarquía y la ignorancia, hundido en un largo periplo político ensombrecido por la oligarquía franquista, en el que la profesión de humorista exigía de unos recursos especiales para transmitir un cierto contenido crítico, aspecto fundamental en el humorismo gráfico.

Chumy Chúmez supo reflejar en sus chistes y colaboraciones para la prensa el verdadero estado social de su país, con un humor rayano en el nihilismo y el absurdo, un humor negro protagonizado por una extensa caterva de estrafalarios personajes que Melquíades Prieto, en el prólogo de una de las últimas antologías de Chumy Chúmez, describe así: «Son los años en que plutócratas, señoritos de espuela calzada, pobres de morirse, prostitutas, infames padres de familia, mujeres odiosas, hombres violentos, artefactos, calaveras, esqueletos condecorados, grabados goyescos, expresionismo solanesco, chafarrinadas provocadoras y manipulaciones de la pintura clásica enriquecen las páginas de la prensa más comprometida con los cambios sociales».

A su manera, este humorista luchó por la reinstauración de la democracia en España, por la libertad de expresión, participando muy activamente en revistas y periódicos de la larga transición y ya en plena democracia, entre los que destacan Cuadernos para el Diálogo, El Independiente, El Sol, Pueblo, Tele Radio, Sábado Gráfico, Mundo Diario o Por Favor.

Fue, precisamente, en plena transición cuando Chumy Chúmez abandonó La Codorniz para fundar un nuevo semanario humorístico más ambicioso en cuanto a contenido y libertad se refiere, Hermano Lobo, subtitulado «Semanario de humor dentro de lo que cabe». Hermano Lobo, que sólo permaneció durante cuatro años en los quioscos y que se convirtió en la revista favorita de los universitarios españoles, estaba inspirado por el espíritu crítico del humor político marcado por revistas francesas como Charlie Hebdo, y en sus páginas colaboraron escritores y humoristas de la talla de Manuel Vicent, Cándido, Francisco Umbral, Manuel Vázquez Montalbán, Manolo Summers, OPS (El Roto), Forges o Gila.

Tras la desaparición de Hermano Lobo, Chumy Chúmez regresó a las páginas de La Codorniz hasta su cierre, y continuó colaborando con sus chistes en decenas de periódicos y revistas.

4 comentarios:

Jordi dijo...

Todo un maestro del humor

Unknown dijo...

A Jordi
Efectivamente, creo que el humor gráfico es un arte.No soy una experta en el tema, pero es uno de los grandes. Un saludo.

Un Poco De Humor...! dijo...

gracias por colocar un link a mi pagina. tu blog es muy interesante!! un beso desde rosario, argentina.

Unknown dijo...

A/A Un poco De humor
Gracias a tí. Espero que sigas publicando y cosechando premios. Un saludo.

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