La percepción que tenemos de nosotros mismos, nuestra valía y el reconocimiento de los demás, influye notablemente sobre nuestro bienestar emocional y desarrollo social. Se ha diferenciado siempre entre baja y alta autoestima, pero se trata de conseguir una armónica autoestima, por así decirlo. Estos son algunos de los aspectos que describen la baja y alta autoestima:
- Baja autoestima: Incapacidad para exteriorizar los sentimientos y a decir NO por miedo a desagradar, sentido patológico de culpabilidad por el pasado y preocupación exagerada por el futuro, hipersensibilidad a la opinión o critica de los demás, temor irracional a equivocarse, pesimismo, sobrecarga de emociones negativas que inducen a la depresión o desembocan en conductas adictivas, agresividad o pasividad, ansiedad y angustia en los contratiempos, lamentos, inferioridad respecto a los demás, complejos infundados.
- Alta autoestima: Seguridad y confianza para superar adversidades sin temor a equivocarse, defensa de los valores propios, aceptación de los fracasos con naturalidad, sin llegar a obsesionarse por el pasado o el futuro que tiene en cuenta el presente, actitud optimista en las tareas a emprender, capacidad para disfrutar de las experiencias vitales, sensibilidad hacia los demás, asertividad, capacidad para resolver los problemas.
El autocontrol
Sin duda el reconocer nuestras emociones, saber canalizar y expresar los sentimientos, controlar nuestras reacciones y pensamientos y regular en definitiva nuestra forma de ser y de actuar pueden mejorar de manera muy positiva la labor docente.
En determinadas ocasiones suele ocurrir, que pasemos de un comportamiento asertivo a otro agresivo, es lo que comúnmente ocurre cuando de repente “explotamos”. Entre las estrategias a seguir para mejorar nuestra capacidad de autocontrol podemos encontrar las siguientes:
- Respirar profundamente: adoptar una posición serena y relajada, nos ayudará desde la tranquilidad a reflexionar con calma en cualquier situación. Sobra mencionar los muy conocidos efectos beneficiosos que sobre nuestro cuerpo y mente ejercen disciplinas como el yoga, la meditación o la risoterapia.
- Desterrar los pensamientos negativos: al analizar la situación no debemos dejarnos llevar por nuestros juicios de valor que en ocasiones pueden ser erróneos si acudimos a ellos precipitadamente. Es conveniente desprenderse de todo aquello que de forma negativa acompaña a nuestra conducta y a la del prójimo.
- No eternizar el problema: a veces las soluciones a los conflictos no se presentan enseguida, por ello una vez relajados y liberados de nuestra carga negativa emocional, podemos analizar y visualizar nuevamente la situación.
- Vaticinar el futuro: si nos adelantamos a cierto tipo de conductas cuyos efectos sabemos que no son los deseados, podemos evitar que se desencadenen.
- La táctica del muñeco de nieve nos ayudará como quien dice a enfriar nuestra rabia, ira o agresividad, bloqueando nuestro malestar para luego mediante la relajación y respiración profunda ir derritiéndolo.
- Contar hasta un número determinado: para pensar en una frase lógica o coherente más meditada y sensata, y de este modo afrontar la situación desde una perspectiva más favorable, pues se trata siempre de desprenderse de lo negativo.
- Practicar con frecuencia el pensamiento positivo: imaginarnos en situaciones que nos satisfacen y que hemos sido capaces de conseguir, aumentará no sólo nuestro autocontrol, sino también nuestra autoestima y a la inversa un alto nivel de autoestima que infunda sentimientos de seguridad y complacencia hacia nosotros mismos producirá un mayor control sobre nuestros pensamientos, acciones y sentimientos.
Fuente: Curso "La comunicación en el aula: Habilidades personales y herramientas tecnológicas". AULA VIRTUAL DE FORMACIÓN DEL SINDICATO DE ENSEÑANZA DE GRANADA.
1 comentario:
muye hermos e interesante la imagen
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